Breve nota sobre este clásico restaurante top de Buenos Aires. No es nada fácil evaluarlo hoy en día. Se come bien, pero tiene estas negligencias típicas de los grandes demasiado convencidos de que nunca podrán perder su lugar en la cumbre.
El servicio, sinceramente, es mediocre: venta sin elegancia, soberbia, mala educación generalizada y falta de profesionalismo. ¿Ejemplos concretos? Servicio de vinos muy poco atento, confusión en los platos pedidos, sonrisas forzadas bastante desagradables, desorganización y discusiones entre camareros en el medio del salón, una camarera que busca mocos en su nariz mientras los comensales estudian la carta... Asesoramiento facho: suerte que a mi me gusta el atún rojo vuelta y vuelta porque el camarero no te pide tu opinión en cuanto al punto de cocción, te avisa que “así se prepara”. Ni quiero pensar en el desprecio que debe sufrir un pobre tipo que pide su pescado bien cocido. Además, si quieren hacerse los expertos, deberían saber que el lomo de atún rojo no se sirve con cuchillo de pescado, sino de carne.
Otro síntoma del restaurante exitoso que pierde, con el tiempo, su nivel de exigencia: los faltantes. ¿Ravioles de cordero? No hay. ¿Entraña? No hay. ¿Lenguado? No queda. Está bien: hay que trabajar con mercadería fresca pero una carta bien hecha, de estación, y en un restaurante que aplica semejantes tarifas no debería tener tantos “agujeros”. En realidad no debería tener ninguno.
Sin embargo, allá en la cocina, trabajan bien. Los productos son buenos. Los platos sencillos, pero bien pensados y bien realizados. El atún rojo, justamente, con su salsa de wasabi, está muy rico. Realmente. Los chipirones a la plancha, de entrada, también están justos. Y esto es más que respetable en una ciudad como Buenos Aires, en donde a pesar de un cierto cambio de mentalidades, sigue siendo todo un desafío encontrar pescado fresco. El postre, una crème brûlée, es muy banal y su calidad es pasable.
La carta de vinos no es lo que esperaba. Supuestamente una de las mejores cavas de la ciudad, pero tiene pocas etiquetas originales. Los precios de las botellas son correctos.
Pero cuando la cuenta final llega, pega fuerte. La "dolorosa" como la llamamos en Francia sí que lo es. Es demasiado caro. $370 para dos con vino. Entiendo que hacen un trabajo real para conseguir buenos pescados. Pero este dato, solo, no llega a justificar las tarifas de Oviedo. La calidad limitada del servicio no ayuda a digerir la cuenta.
¿Hay que ir? No sé. Por algo ahora van más turistas que locales. Oviedo es un restaurante rentista que vive de su fama. ¿Hasta cuando?
Oviedo
Beruti 2602 - Ciudad Autónoma de Buenos AiresTel: 4821-3741/4822-5415
Tipo de comida: pescados y mariscos. Cocina bastante clásica pero bien realizada.
Precio: Caro. Contar $80 un plato principal. El vino tiene precios accesibles.
Mi recomendación: para comensales adinerados, con ganas de comer pescado, y que no se sienten molestos sentados en un restaurante súper turístico. Son muchas condiciones, pero sí se come bien...